Mientras mayor disposición demostremos a depender de un Poder
Superior, mayor será nuestra… independencia real.
Doce pasos y doce tradiciones, p. 39
Durante gran parte de mi vida, creí llevar sobre mis hombros todo el peso y eso
resultó agotador y angustiante, cuando finalmente entendí que dependía de
mí el dejar esa carga sobre los hombros de Dios y simplemente volverme un
instrumento y no un hacedor, entonces todo pareció fluir y lo que es mejor:
¡Todo fue posible!
Hemos sido dotados de libre albedrío, es decir que tenemos la capacidad de
elegir, entre ser hacedores o instrumentos.
Si lo hacemos desde el ego, o sea identificándonos con la mente, el cuerpo
y los sentidos, entonces seremos hacedores y por lo tanto sujetos a la ley de
causa y efecto.
Si lo hacemos desde nuestro verdadero ser y cada acto se transforma en
entrega, la acción será nuestra, el resultado de Dios, y adiós a la carga
kármica.
Recuerdo cuando era pequeña y, entre las compañeras de colegio repetíamos
la advertencia que escuchábamos a los adultos “Dios te va a castigar”.
Con esas palabras se construyen muros altísimos que nos alejan de nosotros
mismos.
Esa energía absoluta a la cual llamamos Dios, Poder Superior, Energía
Cósmica, Infinito etc., es una energía de amor absoluto, verdadero, constante,
sin condicionamientos y a la cual todo pertenece, estamos inmersos en
ella y está en todo momento vibrando en amor.
¿Cómo podría una existencia así, tener emociones pequeñas como rabia, o
deseo de castigar?
Cuan ignorantes podemos ser al comparar algo totalmente infinito e
incomprensible para nuestra pequeña mente (mundana, física, limitada), con
los pequeños sentimientos y reacciones humanas.
Preferimos depender de la pastilla para los nervios, del tabaco para la
ansiedad, del alcohol para relajarnos, de la catarsis para desahogarnos, en vez
de depender de nuestra propia divinidad.
Siempre serena, siempre inafectada y sin condicionamientos.
Ese Poder Superior al que se refiere el párrafo de inicio, “es, está, habita,
es parte de mí y de tí.”
Sólo tenemos que conectarnos con él.
Mi búsqueda comenzó desde muy pequeña, esa búsqueda no obtuvo
resultados en un comienzo, luego me llevó tantas veces a la India, al Medio
Oriente, sin saber que la respuesta estaba ¡tan cerca!, ¡qué ilusa! (…) lo que
puedo decir a mi favor es que fui perseverante, pero quizá no totalmente
honesta.
¿Porque digo que no fui honesta?, porque lo que yo buscaba en un principio era el control y el poder, y para nada la entrega.
Este camino espiritual no es algo así como una máquina que te viene con un
manual de instrucciones, no, todo lo contrario, es algo que al comienzo no
entiendes, te complicas, te caes, dudas y reniegas de lo aprendido, pero si
continúas repitiendo una y otra vez la enseñanza en algún momento se derriba
la barrera y ¡zas! lo llegas a comprender, no con el intelecto, sino con el
corazón.
Entonces te darás cuenta que comprender es suspender las conductas
equivocadas, el miedo, la rabia, la compulsión y la codependencia.
Si todo lo que has aprendido te lo explicas claramente, con la razón pero aún
tienes miedo, ira y angustia, es que aún no has comprendido, sólo lo has
registrado como información.
En mis artículos repito una y otra vez, lo hago para mí misma y lo comparto
contigo, es en esta repetición, que en algún momento se dará la comprensión.
Finalmente entenderemos que solos no podemos, que si queremos avanzar
y llegar al estado de paz, necesitaremos asociarnos y confiar en ese poder
superior que habita en cada uno de nosotros, porque de lo contrario el camino
siempre será tortuoso, difícil e incompleto.
Hoy recuerdo a Carmen, mi amiga que ya no está en este plano, a ella una vez
su hijo de 35 años le dijo: “ Mamá, ya he logrado todo lo que quería, tengo
varios premios internacionales, tengo el trabajo que quería, me casé con la
mujer que amaba, y aún me pregunto ¿es esto todo lo que hay?…
Hasta que no hagamos la conexión interna, el vacío estará presente en nuestra
vida, y esa conexión se logra con la entrega.
Para mi, encontrar el Ho ́oponopono, fue encontrar la herramienta de la
entrega y la confianza total en mi ser superior, es simple, directa y lógica
y no es necesario andar por los rincones flagelándote o haciendo análisis
interminables de lo que causó este u otro trauma, simplemente lo entrego y
deja de estar en mis manos, ¡Uf, que alivio!!
Para comenzar basta con hacer una primera entrega y ver que bien nos va,
entonces nuestra confianza crecerá y seremos capaces de seguir entregando
hasta que llega un momento en el que ya nada nos pertenece, todo queda
entregado y nos convertimos en el instrumento.
Sólo es necesario un pequeño ejercicio de humildad y tratar, no negar algo que
no hemos experimentado, sólo tratar.
Entonces comprobaremos que hemos estado haciendo esfuerzos
innecesarios pensando que solos podíamos, y no es así, la verdad es que para
lograr la paz duradera, es necesario la entrega incondicional a nuestro Ser
Superior.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te
entrego todos mis temores y mi soberbia para que Tú las transmutes en
luz.
Enséñame a derrotarme y después levantarme tomada de tu mano una y
otra vez.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”