Mi Maestro dijo alguna vez:
(…) “A la pregunta «¿Quién es usted?», estas personas
concentradas en la ciencia responderían diciendo: Soy un
cuerpo que contiene aproximadamente 45 litros de agua, cinco
litros de cal, plomo suficiente para hacer nueve mil lápices,
suficiente fósforo para once mil cerillas y la cantidad de hierro
que hay en un clavo de cinco centímetros de longitud». Verían
que todo esto solamente cuesta unas cien rupias (un dólar
ochenta), pero en realidad, aunque gastaran diez millones de
rupias no podrían hacer un cuerpo humano, porque, como lo
dirían los espiritualistas, el cuerpo humano ha nacido de la
voluntad divina, tiene vida debido al poder divino y puede
actuar como resultado de la gracia divina…”
Somos un milagro, una gota de Dios, impulsados por Su soplo de
vida, y eso es suficiente para mantenernos en estado de humildad y
gratitud.
Hace poco conversando con una amiga, le comentaba que mientras
más información me llega, más me doy cuenta de lo poco que en
realidad sabemos.
Hablamos y con cada palabra estamos creando y no nos damos
cuenta de eso, no sabemos por ejemplo que más rápido que la
velocidad de la luz, es la velocidad del pensamiento, y nuestro
pensamiento crea, acaso ¿somos selectivos en lo que pensamos?
Si dejamos que nuestros pensamientos se disparen como caballos
desbocados, pronto seremos presas de la angustia, en cambio si
comenzamos a educar nuestra mente podremos en algún momento
llegar a tener una paz duradera.
Convivimos con diez millones de formas de vida diferentes y unas y
otras se complementan, ¿cuántos tipos de seres vivos habitan en
nuestro organismo?
¿Cuántas envolturas energéticas cubren nuestro cuerpo?, ¿Qué
sucede mientras dormimos?¿De dónde vienen los sueños?
Esto último me lleva a hacer un paréntesis para contarte algo que
recordé y es una conversación muy interesante que tuve con el
Padre Manuel Marzal, él fue un sacerdote jesuita, pero a su vez
antropólogo, y un día me comentaba cómo le sorpredía, cuando los
campesinos de los pueblitos que muchas veces visitaba,
le hablaban de sus sueños, con Jesús, la Vírgen o los santos, y
me decía que le sorprendía, porque él, siendo sacerdote nunca
había tenido un sueño de ese tipo y que los campesinos, simples y
llenos de fe eran bendecidos con esos sueños.
Lo que sucede es que hay sueños y sueños, cada vez que
soñamos con seres Divinos el sueño toma la característica de
revelación.
Podemos soñar muchas cosas de acuerdo a lo que hacemos
durante el día, pero hay sueños que son especiales, esos son los
sueños de revelación.
No es fácil soñar con seres o representaciones Divinas y cuando
eso sucede quedamos impactados positivamente.
Nada que venga de Dios despertará miedo en nosotros, Dios, la
Divinidad sólo nos confiere paz.
Todo lo demás son enredos de nuestra propia mente… Cierro el
paréntesis.
Es importante diferenciar la información, de la sabiduría.
Podemos pasar una vida entera acumulando información, leyendo
libro tras libro, teoría tras teoría, pero si una parte de esa
información no se transforma en experiencia de vida, nunca
llegaremos a la sabiduría.
A todos nos falta mucho por aprender. Pero por lo menos
pongamos en práctica lo que sabemos. Si ponemos en práctica
una sola enseñanza, y llegamos a transformarla en parte de
nosotros, todas las demás vendrán a acompañarla, me gusta
siempre recordar que entender es suspender las conductas
equivocadas, si he suspendido una conducta equivocada es que
algo he entendido.
Si me paso diciendo todo el día “Te amo, gracias” para borrar mis
memorias equivocadas, pero no hago un esfuerzo en dejar la
crítica y el juzgamiento, será como tratar de llenar de agua una taza
con hueco.
Cada vez que decimos “Te amo, gracias”, estamos entregando
memorias para que sean transmutadas en luz, la luz que recibimos
será como encender una bombilla en una habitación en donde
hemos acumulado muchas cosas, cuando la luz se enciende recién
podremos ver el desorden y el caos en la habitación, y será
momento para comenzar a ordenar y desechar lo que no nos
sirve.
Ese darnos cuenta de lo mucho que nos falta por ordenar, nos
llenará de humildad, la humildad es un camino muy largo ya que la
soberbia tiene muchas caras, la soberbia de la erudición, de la
cultura, de la riqueza, de la belleza, de la fuerza física, de la
juventud, y el más difícil de vencer: la soberbia del conocimiento
espiritual.
Mi trabajo constante es con la humildad, ya que es lo que más me
cuesta, una y otra vez tengo que esforzarme y trabajar en ella.
Hay una historia que leí en un libro de Graciela Bustos, (y que he
compartido contigo en alguna oportunidad) que se me quedó
grabada y viene a mi memoria cada vez que me encuentro como
hoy día, dándome cuenta de lo mucho que me falta por limpiar.
“ El hombre de la historia, contaba que su padre había sido
carpintero y que pasaba mucho tiempo puliendo la madera de
los muebles que construía, pulía y pulía y cuando parecía que
la madera era como un vidrio liso, todos pensaban que el
trabajo estaba listo; luego, este artesano, tomaba un balde de
agua y lo vaciaba sobre la madera y la dejaba secar, entonces
todas las astillas que aún quedaban escondidas se levantaban,
el trabajo de pulido se reiniciaba nuevamente…
¡Hasta que quede como vidrio! decía su padre, y continuaba
repitiendo el proceso, hasta que después de un tiempo la
madera ya no tenía astillas y quedaba como vidrio”.
Tú y yo estamos en este trabajo de pulido, y los baldazos de
agua que nos caen, revestidos de dificultades y retrocesos,
ayudan para que las astillas se levanten y que nos demos
cuenta de que aún no estamos listos e iniciaremos el pulido
nuevamente.
Muchas veces nos sentimos dueños de la verdad y nos
creemos con la autoridad de juzgar o criticar, ¡es allí en donde
es bueno detenernos y recordar de dónde venimos, y cuánta
limpieza nos falta aún por hacer!
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo
Uno. Te entrego todas la memorias ocultas que son como las
astillas que faltan pulir, para que Tú las transmutes en luz.
Lléname de gratitud pero sobre todo de humildad.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”
Nota: Quisiera agradecerte a ti y a todos por su constancia en asistir a los talleres, cada taller es una experiencia única de la que todos salimos fortalecidos y aclarados.
Que la luz nos llegue a todos
Ana Maria