La vida es muy simple, el universo avanza y se desarrolla de una manera simple, son nuestras memorias y creencias , que hacen complicado el vivir.
Hacen unos días Alejandra mi hija, me relataba lo complicado que había sido su día, y la complicación radicaba en que ella debía asistir a clases y uno de sus hijos la llamó porque necesitaba un material para hacer su tarea. Su dilema fue que ”quería” asistir a clases y “quería”, solucionar lo de su hijo, y esa situación le causo gran estrés.
Viéndolo desde fuera, para mí fue muy simple. Siendo más importante atender a su hijo, ir a clases quedo en segundo lugar, lo que causa el estrés, es querer hacer las dos cosas.
Una vez decidido lo que haré, lo otro lo descarto y sigo adelante.
Ejercitar nuestro libre albedrio, esa facultad del consciente- La Madre_ Uhane, es fundamental y cuando lo logramos adquirimos autoridad.
Todo el día estamos tomando decisiones, cada acto responde a una elección nuestra, lo complicado radica en no terminar de decidir.
Nuestras decisiones van generalmente a lo que es correcto y adecuado según nuestro marco de referencia.
Yo recuerdo cuando comencé a estudiar los remedios florales del Dr. Edward Bach, algo que llamó mi atención fue la advertencia que él hizo a sus discípulos, al final de su vida: “Háganlo simple”, se refería a la terapia que el había creado basada en el poder sanador y armonizador de las flores.
Bach decía que todo en la naturaleza es simple, que ver crecer una flor es la mejor enseñanza de la naturaleza, todo se da con gran simplicidad y belleza.
La tendencia humana, es cambiar o complicar lo que ya esta funcionando perfectamente, si lo que estas haciendo te mantiene estable y en paz, no lo cambies; estar en paz es estar satisfecho, si no lo estás es que no llegaste y puedes seguir buscando…
“Abandonemos el intento de hacerlo con esfuerzo, pero nunca abandonemos”
Hacerlo simple es aceptar, no resistirse a lo que nos toca vivir, pero también es fluir con la alegría, y vivir el presente.
No te ha pasado, que de pronto te invitan a salir, y en lugar de decir ¡si vamos!, comienzas a vacilar, que ropa me pondré, como haré para organizarme, cuanto tiempo durara, etc.
El pasado y el futuro prevalecen, y el presente queda de lado.
Nadie nos impide avanzar, somos nosotros mismos que proyectamos un “otro yo” que nos impide volar.
Cada situación que nos toque vivir en la vida, no hay vuelta que darle: ¡tendremos que vivirla! ¿para qué resistirse?, alguna vez te he contado la enseñanza de mi Maestro que dice:
“Hay que ser a la vida, como los gatitos a la gata, cuando la gata quiere trasladar a su gatito de un lugar a otro, el pequeño se suelta completamente y se deja llevar, en cambio cuando esa misma gata, atrapa a una rata, esta se resiste y la gata la destroza”
Si eres observador te darás cuenta que, cuesta más complicar las cosas que hacerlas simples, una forma de complicación es la mentira, cuando mentimos nos complicamos, de una mentira surgen diez más para poder tapar la primera.
Mentimos por miedo, y creamos mas miedo. En México tienen un dicho que me gusta mucho: “Vale mas un momento colorado, que cien descoloridos”.
Vuelvo a la idea inicial, si lo tengo que vivir es mejor no resistirme, aceptar y seguir adelante, una vez mas recuerdo que: “ A lo que me resisto, persiste, lo que acepto se transmuta”
Otra forma de complicar las cosas es la lucha de poder, cuantas relaciones se rompen por esta lucha, por querer imponer nuestras ideas, por no estar abiertos, receptivos y flexibles.
Nos ponemos mascaras que ocultan la ira, el miedo y los celos, nos victimizamos o sometemos a nuestros semejantes, pero la base en ambos casos, es la misma.
Toda buena idea se suma, se adhiere a las nuestras y así fortalece su efectividad, pero si nos encerramos en un pequeño mundo en donde solo es valido lo que yo pienso, entonces cada vez más me iré alejando de las infinitas posibilidades que se abren ante mi.
Abrirme a la alegría, fluir con las olas de la vida, aceptarme, perdonarme y reparar, esa es la mejor forma de vivir, simplemente.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todas mis memorias, esas que complican mi vida, te entrego todas mis mascaras y mis rigideces, para que Tú, las transmutes en luz.
Enséñame a perder cuando sea necesario y a recibir o ganar con humildad.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana María