“La gente está tan enfrascada en sus vidas que a veces el lapso de
24 horas nos parece demasiado corto para un día. Beber, comer,
leer, caminar, sentarse, odiar, alardear, elogiar, llorar, reír, anhelar,
tener esperanza -todo eso llena el día-. Todas estas actividades
están íntimamente unidas a la mente…” Sathya Sai Baba
La mente es representada como una serpiente, porque este animal se
mueve siempre de manera engañosa, no avanza de frente, lo hace de
costado como engañando a su presa, la mente si la dejamos fortalecerse
siempre estará tratando de convencernos que ella es lo verdadero.
Y sabemos que no es cierto, la mente es un instrumento que puede ser
tanto nuestra liberadora cuanto nuestra más feroz carcelera.
Todo está en aprender a reconocer lo que es VERDADERO.
Lo verdadero no varía, es constante; los budistas hablan de “la
impermanencia”, y como muestra de ello pueden demorarse muchos
meses en hacer con polvo de colores una hermosa figura o mandala,
llena de formas y matices y luego destruirla con un soplo, representando lo efímero que es el mundo material.
Eso no quiere decir que dejemos de lado nuestra actividad, lo que si
podemos es convertir en ofrenda toda actividad, si cada acto es ofrecido
y entregado a Dios, nuestra vida puede alcanzar estados duraderos de
paz.
Cada “Te amo, gracias”, significa un “Te lo entrego”, hay un autor llamado Ramesh Balsekar, este hombre pasó de ser un banquero muy influyente y mundano a ser un iluminado, murió hace algunos años y dejó una enseñanza invalorable, el decía que un ser iluminado no es
necesarimente el que se retira a las montañas a meditar, sino el que
puede ver a Dios en todo y en todos y verse a sí mismo y en todo
momento como instrumento de Dios.
Claro que esto se podría prestar a malinterpretaciones, porque en la
historia de la humanidad hemos visto muchos actos que dañan y que sin
embargo se hacen en nombre de Dios.
Todo aquello que viene de la Divinidad trae paz y te deja la sensación de plenitud en el corazón.
Cuando hagas lo que hagas, pienses o digas, y te quite la paz, eso
es el producto del miedo.
No hay más que dos caminos en la vida: el amor y el miedo, es como
decir la luz y la oscuridad, no pueden coexistir.
Del amor sólo obtenemos paz, sosiego, alegría, estabilidad…
Del miedo se derivan todos los defectos de carácter, la ira, el odio, la
vergüenza, la envidia, los celos, la ansiedad, etc.
Para saber hacia donde nos orientamos sólo basta hacer uso de la
mirada interna, reconocernos a nosotros mismos y saber exactamente
que estamos sintiendo.
Si tu estado es voluble, si durante el día cambias con frecuencia de
estados de ánimo, si vas de la euforia al desaliento, seguramente estás
transitando por la vía del miedo.
Sal de esa vía, súbete al carril del amor. El amor comienza con la
aceptación y continúa con la entrega, para finalmente llegar a la
serenidad.
Muchas veces te he hablado de las tres etapas del método: reconcer,
admitir y corregir.
El reconocer es un aprendizaje que podemos vivir todo un día: Beber,
comer, leer, caminar, sentarse, odiar, alardear, elogiar, llorar, reír,
anhelar, tener esperanza…
Sin reconocer que es lo que estamos viviendo, es simplemente actuar como autómatas y dejarnos llevar.
Cuando aprendemos a reconocer, entonces podemos discernir, lo mejor
que un ser humano puede tener, es un buen discernimiento.
Al darnos cuenta podemos admitir que sea lo que sea que estamos
viviendo es algo creado por nuestras propias memorias, ¡nos pertenece!
por lo tanto estaremos capacitados para entregar, ya que es imposible
entregar aquello que no nos pertenece.
Trabajemos en afinar nuestra mirada interna, ella nos conducirá
finalmente a la última etapa del método.
Corregir nuestros errores para llegar al estado de paz y serenidad.
Esto lo conseguiremos cuando logremos tener una buena mirada interna,
llena de discernimiento.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno.
Te entrego todas mis memorias de miedo y oscuridad para que Tú
las transmutes con tu luz.
Enséñame a ser sincera conmigo misma y dame un buen
discernimiento.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”