El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar, me conduce
junto a fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo, haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan todos los días de mi
vida; y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Salmo 23 (Es también una herramienta de Ho´oponopono)
¿Quién no ha pasado por momentos en donde todo parece
coordinarse para empeorar?
En esos momentos la tendencia aprendida o adquirida como
ejemplo desde la niñez, es entrar en la desesperación, y la
desesperación acompañada con un sentimiento de “pobrecita yo”.
Luego de la victimización y el desconsuelo continuamos con la rabia
y la venganza, si no es hacia alguna persona, es hacia una
institución o finalmente hacia la vida o hacia Dios.
“Seré realmente mala, para que vean lo que es bueno”, “Nunca más
podrán contar conmigo”. “No volveré a orar nunca más en mi vida”,
“Si me mato todos se sentirán culpables y yo me habré vengado de
ellos”…
¡Tontos pensamientos!, que no nos llevan más allá de un poco más
de desesperación y mucho de ridículo.
Si pudiéramos filmarnos en nuestros momentos de victimización y
luego ver esa filmación, sentiríamos un poco de vergüenza porque
las actitudes son ¡realmente infantiles!
¿Bueno, pero qué hacer en momentos de crisis?
¿Pre-ocuparnos?, no ayuda porque es inacción física con exceso
de actividad mental: no soluciona nada.
¿Ocuparnos?, en algunos casos puede ayudar, es una ayuda hasta
cierto punto limitada, podría ser el servicio que se le da al
incapacitado o el consejo y orientación a quien no sabe qué hacer.
Pero lo que realmente funciona es volver los ojos a nuestro eterno
acompañante, a aquel que nunca nos ha dejado y que no pone
ninguna condición para amarnos…
Pero que respeta siempre, nuestro libre albedrío.
Si lo llamamos responde, si lo buscamos siempre estará para
nosotros y si dejamos todo en sus manos Él nos conducirá por
caminos insospechados.
¡DIOS!
Si tú no crees en Dios, es decisión tuya, Él la respetará, si dices
creer en Él, pero no Lo buscas es como tener un tesoro bajo tu
cama y vivir como un mendigo.
Pero si has aprendido a mantenerte en contacto con Él, si puedes
confiar y soltar todo en Sus manos, lo habrás ganado todo.
También puede ser que no creas, no confíes pero que decidas
hacer la prueba, ¿puede ser que lo que te estoy diciendo es verdad?
¿Qué puedes perder?, permítele intervenir…¿?
En cada taller repito que Ho´oponopono es dejar el control.
Ho´oponopono es entregar.
¿A quién o qué entrego?
Le entrego todo al poder superior que mantiene al universo
funcionando, no importa qué nombre yo le dé.
¿Y qué le entrego?
Le entrego el timón de la nave de mi vida. Y eso, no me garantiza
que no pasaré por tempestades , pero sí me garantiza que ese
poder que puede mantener al sol y la luna en su lugar, podrá
también sortear una simple tempestad.
Solo tendré que sujetarme en mi asiento y dejarme conducir, puedo
cerrar mis ojos, apretar los puños y confiar, no trataré de tomar el
timón, porque estaría poniéndome en manos inexpertas.
Repetiré verbal o mentalmente YO CREO, YO CREO, YO CREO.
Ante lo inevitable, lo complicado, lo desolador: YO CREO
Estas dos palabras van generando un engrosamiento, de nuestras
redes neuronales y tarde o temprano seremos bendecidos con una
fe verdadera.
La fe no es algo que se aprenda, o que se adquiera en algún curso,
la fe es una Gracia que se nos concede.
Cuándo, dónde o cómo llega?, no depende de nosotros, pero
mientras tanto, podemos conducirnos “como si”.
Es decir como si tuvieramos fe, y repetir “YO CREO” y dejar que las
cosas sucedan, y un día cuando menos lo esperemos habremos
recibido la Gracia y la fe se habrá instalado en nuestros corazones
y nuestra estrecha comunión con nuestra verdadera esencia será
total.
Quizá estemos pasando por un un huracán en nuestras vidas, pero
podemos repetir. YO CREO, y tarde o temprano la tempestad
pasará y saldremos fortalecidos y avanzando un paso más… La fe se
nos concederá.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo
Uno. Te entrego el timón de la nave de mi vida para que me
conduzcas a través de ellas y transmutes todas mis tormentas
en paz.
Enséñame a creer, confiar y soltar.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”