La pregunta encierra una mezcla de miedo pero también de soberbia. El temor
a parecer esto o aquello frente a los demás nace de la soberbia de querer ser
perfectos.
En cambio cuando aceptamos que somos perfectamente imperfectos,
podremos relajarnos.
Las personas temerosas parecieran que tienen una baja autoestima, cuando en
realidad tienen una baja autoaceptación.
La diferencia es fundamental en nuestra búsqueda de paz.
La autoaceptación dice: “Valgo porque existo”, en cambio la autoestima declara
que sí soy suficientemente aceptable dentro de las reglas y medidas de la
sociedad entonces tengo valor.
El tema es: ¿quién pone esas medidas y en base a qué?
Las medidas son relativas y dependen del lugar y el momento.
¿En Nueva York es motivo de orgullo matar un león a los trece años? No.
En cambio en algunos pueblos del África sí lo es.
En occidente ponderamos a quienes tienen maestrías y tal vez en otros lugares
no le den la misma importancia.
En ambos casos, para tener paz, la autoaceptación es suficiente:
Valgo porque existo.
Eso no quiere decir que no tengamos metas, educación, logros, sueños, todo
eso es maravilloso, la vida es maravillosa con sus retos y regalos.
Pero si no tengo autoaceptación, siempre estaré midiéndome con una medida
relativa, la que me dé algo externo.
Al aceptar que mi valor verdadero es la existencia, y que mientras exista tengo
ante mí todas las posibilidades y que yo no valgo por lo que hago, por lo que
tengo o por la cantidad de información que he acumulado.
Si no he encontrado la forma de vivir en paz, tengo muy poco.
Cuando me acepto, dejo de compararme. Y dejo también de querer demostrar,
cuánto tengo, cuánto sé o cuán perfecta es mi vida.
La comparación trae sufrimiento. Así me sienta superior a todo el mundo
porque ese sentimiento siempre dependerá de factores externos.
Hace poco conversaba con alguien que me relataba que estaba muy rabioso
porque mientras él se hacía cargo de sus padres, su hermana se divertía y
nunca los visitaba. ¿qué estaba sucediendo con esta persona?
Se estaba comparando, victimizándose y para nada estaba agradeciendo la
oportunidad de poder cuidar a sus padres.
“!Ay¡ si ella no viene porque se la pasa de fiesta entonces yo tampoco iré a
visitarlos, y lo que es peor mis padres sólo hablan de los viajes que hace y de
lo feliz que ella es”.
¡Que triste¡ Llevar nuestra vida en función de lo que otros hagan o digan.
Si mi deseo es cuidar de mis padres y lo hago con amor, es por mi propia
satisfacción, nadie tiene porqué ponderarlo ni agradecerlo.
Vivimos esperando que los demás reconozcan lo que hacemos, cuando en
realidad esa necesidad de aprobación no es otra cosa que nuestro propio
autojuzgamiento.
Dejemos esa necesidad de aprobación externa y trabajemos en aceptarnos y
en trabajar en ser cada día mejores.
Este trabajo nunca termina y hacerlo es motivo de constante satisfacción.
La base de este trabajo se llama aceptación, y es con aceptación que
conseguimos avanzar. La no aceptación es como querer nadar en contra de la
corriente, malgastando un esfuerzo que podría ser bien utilizado, simplemente
redireccionándolo.
Hay una palabra que me costó mucho comprender y esa es “derrotarse”, es no
resistirse, derrotarse es aceptar una pérdida.
Pérdidas tenemos muchas cada día, y la resistencia es lo que nos lastima.
Cuando estamos dispuestos a perder, también estamos dispuestos a comenzar
nuevamente corrigiendo los errores que nos llevaron a esa pérdida.
Si estamos dispuestos a perder, también estaremos dispuestos a comenzar de
cero pero con la enseñanza de aquello que no funcionó.
Ahora, si seguimos haciendo lo mismo, no esperemos resultados diferentes.
Este concepto se aplica en todos los aspectos de la vida.
Hoy respeto tu opinión, y si estoy de acuerdo contigo y es buena para mí, la
haré mía.
Si no es así, mantendré mi autonomía y haré el trabajo para más bien estar de
acuerdo conmigo misma.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como sólo Uno. Te
entrego todas mis memorias de soberbia y resistencia para que Tú, las
transmutes en luz.
Enséñame a derrotarme a Tus pies y levantarme fortalecido, aceptando
que se haga Tú voluntad y no la mía.
Y Asi se ha hecho
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”