El arte de perder no es muy difícil; tantas cosas contienen el germen de la
pérdida, pero perderlas no es un desastre. Pierde algo cada día…
(…) Es evidente que el arte de perder no es muy difícil, aunque pueda
parecer (¡escríbelo!) un desastre.
Comienzo y final del Poema “Un Arte” de Elizabeth Bishop
Cada vez que caemos perdemos algo, toda acción genera una reacción y por
cada caída de la cual somos responsables, nos tocará asumir las
consecuencias.
Se pierde, sí. Luego será necesario levantarnos y comenzar a reparar el daño
de la caída con su subsecuente pérdida.
Caer y perder es doloroso, pero será necesario levantarse, porque mientras
más largas la caídas más nos jalan hacia abajo y es más difícil levantarse.
Nos levantamos con la fuerza de la fe, con la seguridad que nunca hemos
estado solos, que no nos alejaron sino que más bien nos alejamos, pero Dios
es como la madre que con el mismo brazo que mece la cuna, la aleja para
luego acercarla a su corazón.
Perdemos cada día, pequeñas cosas, pequeñas ideas y cada cierto tiempo
tenemos una pérdida que nos conmueve.
Lo único que nos queda es aceptar y reiniciar el camino con nuevo rumbo.
Detenerse a lamentar es inútil, lo que pasó pasó y no hay forma de volver
atrás, pero si hay forma de sacar de cada experiencia un aprendizaje y de esa
manera transmutar la caída en una lección.
No te sientas abatido por lo que perdiste, cuando queda un lugar vacío el
Universo se encarga de llenarlo de luz, es por eso que el sufrimiento purifica,
porque somos como el oro al que el joyero quema y golpea hasta convertirlo en
un joya.
Tener paz no quiere decir no caerse y perder, tener paz significa hallar la fuerza
para levantarse y tomar un rumbo nuevo.
Siempre trato de recordar y vivir de acuerdo con todo aquello en lo que creo o
en lo que he aceptado como cierto en mi vida.
Parte de esto es mi convencimiento que tú y yo somos una célula del universo,
que el principio siempre es el mismo:
así como es en el microcosmos, lo es también en el macrocosmos.
Lo mismo que estás viviendo en tu interior, lo está experimentando a su modo,
la estrella más lejana.
Entonces cuando veo que hay convulsión en el mundo, mi mirada no va hacia
fuera, sino veo dentro de mí, en mi corazón y en mi cabeza, dónde está esa
convulsión? en mi familia? en la realidad que me rodea?, es necesario
tranquilizarme por dentro, calmar mi propia convulsión interna y de esa manera
hago algo bueno para mí y contribuyo a calmar desde mi calidad de parte de un
TODO.
Hoy que escribo este artículo me siento muy unida a ti. La realidad nos rodea a
todos y si bien es cierto hemos aprendido a vivir en paz, el dolor y las pruebas
también nos llegan.
La diferencia es que al vivirlas en paz se aminoran y se transmutan en algo
provechoso.
El universo camina con una precisión de reloj, no hay nada equivocado, todo
es perfecto en el momento perfecto.
Claro que cuando nos toca ser protagonistas de hechos dolorosos, no nos
gusta ni nos parecen tan perfectos. Sin embargo al mirar hacia atrás veremos
que son de los momentos de crisis que nacen los grandes avances.
Hace poco conversaba con alguien que se lamentaba de haber tenido que vivir
el rechazo y el abandono.
Recordé entonces una enseñanza védica, que dice que quienes eligen venir a
este mundo desarrollando el papel de villanos muchas veces hacen un
sacrificio de amor muy grande para permitir que los seres que son afectados
por su maldad busquen su realización espiritual.
En el mundo espiritual todo es luz, no hay dualidad, sólo existe la vibración del
amor.
Vivir las pruebas es doloroso, pero si las miramos con una mirada más vasta,
con una comprensión más elevada, entenderemos que están allí para hacernos
mejores seres humanos.
Cuando nuestra vibración se eleva en amor, somos casi intocables, a más alta
y sutil nuestra vibración, nuestra realidad también se armonizará.
Levantarse después de una caída o una pérdida es más fácil cuando no nos
dejamos manejar por las memorias repetitivas de culpa y autojuzgamiento.
El amor dirigido hacia nosotros mismos primero nos ayudará a aceptar toda
nuestra responsabilidad sin rastro de culpa.
Vivamos estos momentos de movimiento mundial, mirando hacia adentro,
armonizando nuestro interior y disfrutando de esa armonía.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo
Uno, te entrego todas mis memorias de resistencia ante las pruebas.
Enséñame a aceptar y entregártelo todo a Ti.¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”
UN ARTE
El arte de perder no es muy difícil;
tantas cosas contienen el germen de la pérdida,
pero perderlas no es un desastre.
Pierde algo cada día.
Acepta la inquietud de perder las llaves de las puertas,
las horas malgastadas.
El arte de perder no es muy difícil.
Después intenta perder lejana, rápidamente:
lugares, y nombres,
y la escala siguiente de tu viaje.
Nada de eso será un desastre.
Perdí el reloj de mi madre.
¡Y mira!
desaparecieron la última o la penúltima de mis tres queridas casas.
El arte de perder no es muy difícil.
Perdí dos ciudades entrañables.
Y un inmenso reino que era mío,
dos ríos y un continente.
Los extraño, pero no ha sido un desastre.
Ni aun perdiéndote a ti (la cariñosa voz, el gesto que amo) me podré engañar.
Es evidente que el arte de perder no es muy difícil, aunque pueda parecer (¡escríbelo!) un desastre.
Elizabeth Bishop