Años atrás, concurría una vez por semana a unas reuniones espirituales en
donde hacíamos meditación y cantos devocionales. Desde el comienzo me
di cuenta que en el altar no habían flores frescas y comencé a llevar dos
pequeños arreglos para los floreros, me sentía muy satisfecha y creo que
también muy orgullosa de hacerlo.
Cada sábado muy temprano preparaba con esmero los arreglos que llevaría
por la tarde a mi reunión.
Un buen día se me acercó una de las participantes y me dijo que me
agradecía, pero que ya no era necesario que llevara las flores porque las
personas que organizaban las reuniones se harían cargo de ponerlas.
De verdad que me sentí muy frustrada y ese mismo día en la lectura previa a la
meditación, el tema fue, que siendo que todos somos instrumentos de Dios,
es Dios mismo quien nos permite acercarnos a Él, que llevarle flores, ir a su
casa a orar o simplemente tener una lectura espiritual, es una gracia que se
nos concede, y por eso nuestra gratitud y humildad.
Fue tan claro para mí el mensaje y tan conmovedor, que quedó grabado en mi
memoria el agradecer cada vez que puedo hacer algo que me haga sentir más
cerca a Dios.
Algunas veces me gusta ir a la catedral los domingos, o de pronto se me da la
oportunidad de hacer un servicio y veo claramente el regalo que se me otorga,
y así lo disfruto más.
También puedo ver ese regalo cuando soy capaz de poner un techo a mis
deseos, decir basta cuando la vorágine de deseos con nombre de “necesito…”
aparecen uno tras otro sin parar.
Por alguna razón cultural, creemos que hacemos cosas para Dios, como si
Dios fuera una entidad aparte de nosotros.
Dios es el motivador interno de cada ser.
Puede que en este momento no lo sientas así y eso no es importante, Dios
nos ama tal y como somos, no hay ningún requerimiento especial, si crees que
eres una buena persona Dios te ama, pero te ama igual aun si crees ser el más
vil de los seres humanos.
Dios no hace diferencias. Dios es amor incondicional y verdad absoluta.
Estamos en medio de las fiestas de fin de año, recuerda agradecer por lo que
sea que te toque vivir.
Dios es una energía de amor constante y está sembrando nuestro camino de
oportunidades, así como nos permite ofrecerle flores, orar y celebrar, también
nos permite aprender de cada experiencia vivida y avanzar en nuestro camino
a realizar nuestra propia divinidad.
Observa bien, ¿qué oportunidad estás teniendo en este momento de dar un
paso adelante en tu camino?
No sientas que eres tú el hacedor, siente que eres el instrumento de un poder
superior y da lo mejor de ti.
Hace un par de días conversaba con mis hijos acerca de lo agradecida que me
siento de haber podido conocer y practicar el Ho ́oponopono, con el cual he
podido dejar atrás mi papel de víctima y deshacerme de las culpas para darle
paso a la responsabilidad.
En los hijos hay la tendencia de culpar a los padres y como padres si no hemos
aprendido a asumir la responsabilidad de nuestros errores con amor, seremos
una fuente inagotable de victimización primero y luego de manipulación.
En esta época de fiestas de fin de año – la Navidad para los católicos- y el
comienzo de un nuevo año, muchas veces nos llenamos de sentimientos
encontrados.
Hoy sólo quisiera recordarte que cada día consta de 24 horas, que cada día
somos testigos del milagro de ver amanecer, que hace millones de años
que este milagro sucede en calma, con serenidad absoluta y que la carga
emocional de cada día, como todo en la vida proviene de nosotros, puesto
que todo sucede primero dentro y no fuera.
En la creación hay paz, serenidad, armonía y un orden perfecto.
Si en este momento no puedes sentir esa serenidad es porque estás
orientando tu atención al lugar equivocado.
Acompáñame en este momento a reorientar nuestra atención…
Respira tres veces lentamente y observa qué es lo que estás sintiendo…
Qué estás pensando… cómo estás vestido, en qué posición te encuentras…
Ahora date cuenta que tú no eres tu cuerpo, ese cuerpo que estás observando
es tu vehículo, y tú eres el conductor de ese vehículo…
Vuelve a observar lentamente y te darás cuenta que Tú eres el observador, ya
que no puedes ser el que observa y lo observado…
Si vas un poco más allá te darás cuenta que al observar, estás en calma, Tú
sólo observas y no estás afectado para nada con lo que está sucediendo en tu
vehículo, sólo observa con absoluta serenidad…
Cuando estás en esta situación estás unido a la serenidad de la creación,
quédate allí todo el tiempo que desees y vuelve allí cuantas veces quieras y
volverás a estar en contacto con tu verdadero ser.
A tí y a mí se nos ha permitido este momento de paz y por eso nuestra gratitud.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento y una Navidad y fiestas de
fin de año llenas de armonía.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego toda expectativa y todo creencia equivocada para que Tú, la transmutes en luz.
Enséñame a contactarme con mi verdadero ser y disfrutar de la serenidad que esta en mi naturaleza original.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo,
Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”