Muchas veces escuché que la mente puede ser nuestra carcelera y también
nuestra liberadora.
En un comienzo no lo tenía claro, pero en la medida que fui siendo más
coherente con mi práctica espiritual me di cuenta de que es totalmente cierto.
Desde muy pequeña me preguntaba sobre el misterio de la vida y comencé a
leer libros desde muy pequeña, creo que a los diez años ya tenía el hábito de la lectura. Mi tía Gloria, fue quien fomentó en mí la lectura, y a ella le debo también, mi amor por el arte y la cultura.
Cada libro que llegaba a mis manos, despertaba en mí, mayor curiosidad pero
las respuestas que encontraba no eran suficientes.
Mis favoritos eran los libros de Pearl Buck, que relataban historias basadas
en las experiencias vividas en la China. Luego leí a Taylor Cadwell y sus
novelas de investigación, me gustaban especialmente los libros que escribió
basados en cuarenta años de investigación en el Vaticano… seguí con muchos
muchísimos otros autores, en realidad leí todo lo que llegó a mis manos, pero
ninguna lectura me ayudó a tener paz.
Es recién en 1992, antes de cumplir los cuarenta años que llega el libro que
cambió mi vida para siempre. “Sai Baba y el Psiquiatra”.
El día que comencé a leer ese libro, -que llegó a mis manos casualmente- no
pude parar de llorar, sabía que había encontrado lo que había estado buscando toda mi vida. Desde ese momento y por los siguientes catorce años, devoré todo lo que pude encontrar sobre el mismo tema.
Al comienzo las palabras en Sánscrito me confundían, las palabras tienen un
poder muy especial y este idioma en particular tiene el poder de abrir en la
mente canales de comprensión inesperados.
En ese tiempo encontré muchas respuestas, a mis preguntas intelectuales, y a
muchas inquietudes espirituales, pero aún no tenía paz.
Cierto que podía manejar mejor mis emociones pero no era suficiente, en algún
lugar dentro de mí, vivía la peregrina idea de que Dios haría el trabajo por mí,
esperaba ¡ser rescatada milagrosamente, sin ningún esfuerzo!!
La verdad es que el recorrido para llegar a la paz es una combinación, de
devoción, información, trabajo y finalmente… Soltar !!
El soltar: es la clave.
Dios siempre escucha, ¡siempre!!. él sabe que es lo que cada uno de nosotros
necesita, y cómo podemos conseguirlo, entonces nos ayuda poniendo a los
maestros en el camino.
Muchas veces pensamos que porque tenemos una gran educación tendremos
el camino ganado y no es así…
Ser brillantes intelectualmente, no nos protege de ser brutos emocionales, el
trabajo con nuestras emociones es árduo y requiere de orientación y esfuerzo.
Sólo cuando estamos estables emocionalmente, podremos hacer un avance
verdadero en nuestra vida.
Entonces acá, entra aquello que dice que nuestra mente puede ser nuestra
carcelera o nuestra liberadora.
Entrenando nuestra mente, la orientaremos al descubrimiento de nuestro
propio ser.
Quien se conoce a sí mismo, puede conocer el universo entero.
Entonces desaparecen las quejas y las lamentaciones, porque podemos ver el
propósito detrás de cada situación y a cada prueba, cada sufrimiento, cada
enfermedad o dolor, le seguirá un agradecimiento sincero.
Eso es soltar, lo agradecemos y se lo regresamos a Dios, y ¿qué nos queda entonces?: PAZ
Adiós a llenar de información inútil nuestras cabezas, adiós a la soberbia
intelectual, o la que es peor aún la soberbia espiritual.
Al soltar somos humildes, entregados y confiados como niños.
Entrenemos nuestra mente y hallaremos la Divinidad inmanente en cada uno de nosotros. Alabemos a Dios en nuestra mente y nos uniremos a ël.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego mi mente con todos pensamientos para que tu los transmutes en luz.
Déjame recibir tu inspiración plena de humildad y entrega
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo,
Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”