Noviembre se inicia con el día de todos los Santos y los fieles Difuntos, y en algunos países de centro américa y otras regiones, continua con la celebración del día de Muertos.
En realidad es una costumbre ancestral, común a casi todas las culturas, lo que difiere es la fecha en que se celebra.
Recordar a nuestros antepasados es una expresión de gratitud y de aceptación de nuestra identidad.
Las memorias que traemos insertas, son un compendio de todas las experiencias vividas por nuestros antepasados.
Cuando en la oración del Ho´oponopono hablamos de mi familia o antepasados en realidad estamos hablando de nuestras memorias.
Cuantas veces hemos recordado con dolor los conflictos de la niñez y hemos culpado a nuestros padres y ancestros por ellos.
La verdad es, que con eso no conseguimos ninguna alivio y mucho menos, un avance en nuestras vidas.
Desde que nacemos, son muestras memorias y solo nuestras memorias las que van torneando nuestra realidad.
Un niño recién nacido, ya trae consigo las memorias de todos sus antepasados desde el comienzo de la creación, algunas memorias estarán activas, otras se activaran en el transcurso de su vida y algunas otras se mantendrán latentes pero, igual pasarán como herencia genética a su descendencia.
Nuestras memorias negativas pueden ser sublimadas, cuando aprendemos a reconocerlas, aceptarlas y entregarlas, para su transmutación.
No somos seres estáticos a quien una lluvia de rayos de agresión y dolor nos cae en la cabeza. ¡No¡.
Somos seres dinámicos, poniendo en practica en todo momento lo que conocemos.
La victimización no nos conduce a nada, la responsabilidad si.
En primer lugar nos conduce al perdón, perdonar es liberador.
Pero no confundamos la forma de perdonar; en primer lugar, el perdón es hacia mi misma, sea la que sea, la experiencia que haya vivido, siempre hay una rasgo de culpa hacia mi misma, entonces aplico el método mas fácil y contundente, me digo a mi misma ¡Me perdono!, cuantas veces sean necesarias.
Al perdonarme yo, el perdón es automático con el resto, si he vivido maltratos, abusos, abandono, engaños etc. puedo perdonar.
No hay nada en este mundo que no se pueda perdonar.
Pero ¿porqué digo que no nos confundamos?, porque el perdón va al sentimiento, no al sentido común.
Yo puedo perdonar a mi agresor, pero eso no quiere decir que me vaya a vivir con él. Es más, yo puedo denunciarlo, aun habiéndolo perdonado.
La denuncia puede ser sin rasgo de odio o resentimiento, solo con sentido de justicia.
Igual sucede dentro de la familia, si las conductas equivocadas de un familiar, o de muchos de ellos, me afectan, me perdono, los perdono, pero me mantengo alejada.
Tu y yo no somos salvadores de nadie más que de nosotros mismos. El trabajo es personal, a mí me ayuda mucho, tener siempre presente la la frase de Morrnah: “la paz comienza conmigo”
Si esto es cierto y la paz comienza conmigo, también lo hace, la justicia, la honestidad, la alegría, el orden, y todos los valores que con tanto ahínco reclamo en los demás.
Cuando yo los practico y los vivo, esos mismos valores estarán presentes en mi realidad.
Recordemos a nuestros antepasados con gratitud, y humildad, ya que por mas que no hayamos estado de acuerdo con ellos, la verdad es que “de allí venimos” y también con alegría, si ya no están en este plano, porque cumplieron su misión de vida y han sido recompensados con la unidad Divina.
Que tengamos paz más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todas mis memorias de victimización para que Tú, las transmutes en luz.
Enséñame a tomar el cien por ciento de responsabilidad a cada momento de mi vida
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana María
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”