La respuesta a ésta pregunta, aplicando el Ho´oponopono, es algo que me ha costado poner en práctica.
La respuesta es: “si, te puedo ayudar, limpiando en mi misma y ayudándome yo primero”
Cuando hemos adquirido el rol de “la buena”, es probable que vivamos más para resolver los problemas de otros que los propios.
Ese rol, se adquiere desde muy temprana edad y generalmente esta basado en la culpa y no en el amor.
El amor es simple y directo, no se va con rodeos y puede ser muy firme si la situación lo amerita,
Tal es el caso de la manipulación, ya en otra oportunidad he trabajado este tema. Solamente puedo ser manipulada, si yo misma soy manipuladora.
La base de la manipulación siempre es la culpa.
Según los antiguos Huna, la culpa es el principal impedimento para que nuestra comunicación con el Aumakua y a través de el, con la Divinidad, sea fluida.
Cuando la culpa, deja de ser nuestro punto de partida, podemos ver fácilmente cuando la manipulación se presenta.
Lo primero es aceptar que si lo puedo reconocer, todavía esa memoria vive en mi y esta allí para ser limpiada.
El siguiente paso es poner en practica la herramienta que he recibido: si alguien quiere “desahogarse” conmigo, puede que necesite una pequeña orientación, no para que yo le diga que debe hacer, sino mas bien, para hacerle notar, que lo primero es tomar el cien por ciento de responsabilidad, salir del estado de victimización, y entonces como por encanto todo comenzará a aclararse.
Si la persona insiste en contar su problema, entonces, no busca una orientación, tampoco encontrar una solución, lo que quiere es conectarse con la sensación que revive al contarlo.
Esto no es algo consciente, es algo compulsivo,
Conectarse con la sensación, “SENTIR” es una forma de salir de la responsabilidad, tener conmiseración de uno mismo y la recompensa es una sensación que, por mas dolorosa que sea, segrega adrenalina.
Nosotros estamos acá para limpiar, no para dar consejos, los consejos si no son una experiencia de vida, no pasan de ser arengas huecas, no llegan.
Sólo llego a tu corazón, cuando lo que yo te digo, lo experimento en mi, lo vivo en mi y lo siento mío.
Allí es donde la compasión sucede, ya no hay culpas solo hay amor y empatía, tu alegría es mi alegría y tu dolor es mi dolor, tu y yo compartimos la misma existencia.
Entonces cuando vea el sufrimiento de cualquier ser humano, será el mío propio, de igual a igual, le daré la mano, y seguiremos el camino, no me quedaré a lamentarme, ni a compadecerlo, no diré “me da pena”, que es lo mismo que decir siento culpa. Tampoco, desde mi superioridad diré “pobrecito”, porque entonces me habré separado y ya no será la compasión lo que me mueva.
Vuelvo a la pregunta: ¿Te puedo ayudar?
Si, primero limpio en mi, acepto mi responsabilidad, y desde mi ejemplo y mi experiencia puedo darte una orientación.
A veces con decirte “Te amo, Gracias”, es suficiente para que te des cuenta que las respuestas han estado, están y estarán siempre en ti.
Recuerdo siempre que “Allí donde va mi atención, va mi energía”, y “a lo que me resisto, persiste, lo que acepto se transmuta”
Recordar estos principios me despierta, mi atención debe estar puesta en la solución, no en el problema, en lo que tengo, no es lo que me falta.
Aceptar como mía cualquier situación, hacerme responsable de cualquier vivencia, es la única forma de poder entregarla a la Divinidad para ser transmutada.
Divino Creador Padre, Madre, hijo, los tres unidos como solo Uno, te entrego todas mis dudas para que tu las transmutes de iluminación, para que pueda ver claramente cuando y como ayudar.
Que mi ayuda sea siempre desde la compasión y el amor y no desde la superioridad o el control.
¡Y así se ha hecho!
Te amo
Gracias
Ana María
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”