Cuando en Ho´oponopono, hablamos de los tres estados de
consciencia siempre reconocemos que la “Madre-Uhane” es el intelecto,
el “Hijo-Unihipili”, es el subconsciente o banco de toda la información y las
memorias de la humanidad y el “Padre-Aumakua” es el YO, nuestra
esencia verdadera.
Hoy me gustaría revisar lo que sabemos acerca de los dos primeros niveles de
consciencia, el intelecto y el subconsciente.
El intelecto es relativamente simple, recoge información y la maneja en
presente, es con el intelecto que ejercemos el libre albedrío, siempre estamos
eligiendo, pero esa elección no es autónoma, siempre está afectada por la
información que tenemos activa en nuestro subconsciente.
Sin embargo es el intelecto quien puede ayudarnos a tomar las riendas de
nuestros pensamientos, ya que es él quien hace finalmente la elección
obedeciendo a la voluntad de la persona.
El diálogo interno fluye en nosotros constantemente, aun cuando no sabemos
que ese diálogo es el producto de nuestras memorias, podemos llegar a
momentos de verdadero caos.
Alguna vez te he relatado de mi amigo, aquel que ejercía un cargo de mucho
poder en la sociedad y sin embargo un día me dijo:
“Puedo estar en una reunión de estado y un solo pensamiento que surge
en mi cabeza, puede destruirme y nadie se da cuenta, yo debo ser muy
buen actor porque continúo disimulando que estoy devastado”…
Mi amigo no sabía ejercer su voluntad frente a su subconsciente, dejaba que sus
memorias surgieran sin control, hoy sabemos que las memorias al ser
observadas, en primer lugar pierden fuerza y luego pueden ser entregadas a un
poder superior para ser transmutadas. Ese poder superior puede tener
cualquier nombre que le quieras dar: Dios, Lo absoluto, Universo, Jesús,
Mahoma, o Yhavé. El nombre no cambia la esencia.
El Intelecto o la “Madre”, tiene autoridad sobre el “Niño”, este último siempre
está listo a obedecer, pero necesita recibir las indicaciones precisas.
Hace poco cuando participé de la formación inicial con el físico francés Jean
Pierre Garnier, él hizo una explicación que me ayudó a entender a cabalidad
esta situación.
Garnier habla de tener pensamientos benevolentes como condición
indispensable para trabajar con las aperturas temporales y el desdoblamiento
del tiempo, y nos advierte que los seres humanos de forma natural nos
orientamos a los no benevolentes, por lo que siempre tendríamos que estar
alertas.
Es cuando él explica que, el pensamiento benevolente es una elección, o sea
es intelectual, entendí claramente y me pareció genial.
Al comienzo nos tomará más esfuerzo y con la práctica será mucho más
simple.
Las emociones responden a reacciones químicas y neuronales, pero estas
reacciones están condicionadas por nuestras memorias.
Mucho hemos escuchado sobre la palabra “psicosomático”, es decir que es
algo que comienza en la psiquis y condiciona al cuerpo.
En realidad todas nuestras reacciones son de este tipo porque primero están
en las memorias o programas activos, luego suceden en la psiquis y por último
se manifiestan en el cuerpo y en la acción.
Se ha comprobado que la velocidad del pensamiento es más rápida que la
velocidad de la luz.
Entonces lo que podemos hacer, es comenzar a seleccionar y redireccionar
nuestros pensamientos de manera intelectual, ejerciendo nuestra voluntad, es
una forma de limpiar, efectiva y simple.
Para explicarlo mejor, pongamos un ejemplo:
(…)Pienso que puedo estar enferma, ese pensamiento surge en mi mente
porque algo que entró por mis sentidos, activó equis memorias, entonces dejó
que este pensamiento “jale” toda una secuencia de pensamientos afines y de
pronto comienzo a sentir síntomas o por lo menos creo sentirlos…
¿Qué hacer?
Cuando el primer pensamiento surge, puedo VOLUNTARIAMENTE, cambiarlo
o redireccionarlo a otro pensamiento, o simplemente decir “Te amo, Gracias” y
ya lo estoy soltando.
Te das cuenta que no fue con la emoción sino más bien con el intelecto que
conseguí hacerlo.
Eduardo, mi amigo y maestro siempre decía “Hazlo con los pies”, y yo no
terminaba de entenderlo, hasta que escuché la explicación de Garnier.
Ahora entiendo, que Eduardo se refería a que no puedo esperar a “tener
ganas de“, sino que lo hago sin emoción.
Otro ejemplo: (…) quiero hacer una tarea, si espero tener ganas de hacerla
es posible que pase mucho tiempo y las ganas no lleguen, en cambio
intelectualmente, elijo hacer la tarea y la hago!! eso es mucho más efectivo.
Comencemos entonces a orientar nuestros pensamientos a la benevolencia,
eso significa pensamientos descargados de la emoción negativa condicionante.
El pensamiento benevolente es un pensamiento en serenidad, y la serenidad
es el estado natural de nuestro YO. (Hablaremos de esto en otro artículo…).
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como sólo Uno. Te
entrego todas mis memorias limitantes para que Tú las transmutes en luz.
Enséñame a observar con claridad mis pensamientos y orientarlos a la
serenidad.
Y Asi se ha hecho
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria
Aloha Ke Akua
“Dios está dentro”, “Dios es Amor” “Dios Es YO SOY”
Me encanta el contenido de la pagina. Es informacion muy valiosa y que me ayuda a conseguir Paz! Gracias por compartirla. Bendiciones!! Pd. Te leo desde Argentina