Cuántas veces nos hemos sentido abrumados, con la sensación de tener que
luchar contra el mundo y no saber cómo hacerlo.
Cuando en Ho ́oponopono te dicen “a lo que me resisto, persiste” nos están
diciendo que la resistencia fortalece justamente aquello que no queremos en
nuestra vida, entonces termina diciendo “lo que acepto se transmuta” y es allí
donde está la clave: no se lucha en contra de… se acepta y se entrega…
La aceptación es el inicio de la solución.
En alguna ocasión te he relatado cómo mi abuela Alejandrina se sentaba
a desenredar hilos, era como un ritual vespertino, tomaba las madejas de
hilos y lanas que se enredaban en el costurero y con gran paciencia iba
desenredándolos y cuando encontraba un nudo imposible lo soplaba
suavemente, por alguna razón el hilo cedía y podía desenredarlo.
No hacía ningún esfuerzo, mientras más intrincado era el nudo, más suavemente
soplaba.
Muchos años más tarde cuando aprendí el secreto de la no resistencia,
comparé ese método de mi abuela, con el suave aliento de Dios que sopla
sobre los más intrincados problemas y los desenmaraña y transmuta.
Cada vez que nos encontramos en una encrucijada, sin darnos cuenta
empeoramos la situación, porque nos llenamos de miedo, y la vibración del
miedo es baja, densa y atrae todo lo bajo y lo denso como un imán.
Es así que vemos como “nos llueve sobre mojado” y la verdad es que somos
nosotros los que estamos atrayendo esa lluvia negra.
Mantener la calma es un entrenamiento, y como todo entrenamiento sólo se
perfecciona con la repetición.
Ese estado de angustia y desesperación nos genera sensaciones negativas,
es cierto pero la mente se acostumbra a alimentarse de ellas, en cambio hay
que ir poco a poco haciéndonos “adeptos” a la calma y al estado de paz.
Si en este momento te sientes desesperado, para, unos segundos y sólo
repite, ”te lo entrego”, o “te amo, gracias, o simplemente “yo creo” y la
entrega estará hecha.
Deja en manos de un poder superior lo que sea que te atormenta, si tienes
que repetirlo muchas veces, igual hazlo y verás como tu corazón se calma,
tus pensamientos dejan de estar a mil por hora y finalmente podrás sentir esa
maravillosa sensación de haber sido escuchado.
Este proceso es posible gracias a la colaboración de nuestras consciencias.
Es mejor tener esos pensamientos de entrega y amor repitiéndose una y otra
vez en lugar de estar atormentándonos con sucesos creados y puestos en
nuestra cabeza sólo por repetición de nuestras memorias de miedo.
La vida es simple y generalmente las mejores soluciones también lo son.
Cuando nuestros pensamientos se disparan a gran velocidad, no nos es
posible detenernos a sopesar los asuntos simplemente reaccionamos y esa es
una de las características de nuestro Niño Interior, también llamado Unihipili.
El Niño Interior o subconsciente, no razona, sólo reacciona, es por eso que
nuestros pensamientos pueden volverse totalmente caóticos.
En cambio cuando aprendemos a relacionarnos con él, comenzamos en
primer lugar a sanar la relación que hay entre nuestra consciencia- Madre-
Uhane y nuestro subconsciente-Hijo-Unihipili.
El subconsciente ha sido llamado Niño Interior por su manera de comportarse,
que es parecido a un niño temeroso, pero también ávido a servir.
Si bien es cierto que nuestro subconsciente utiliza quince millones de memorias
por segundo, la mayor parte de ellas son memorias positivas, aquellas que
mantienen a nuestro cuerpo en equilibrio tanto mental como físico.
Las memorias negativas también las ponemos en marcha desde nuestro Niño
Interior y la mayoría de ellas son activadas de manera espontánea, ya sea por
nuestras palabras o por órdenes que sin darnos cuenta le estamos dando a
nuestro niño a cada momento.
El consciente o la consciencia intelectual también llamada Madre o Uhane,
es la que ejerce el libre albedrío y el Niño Interior está siempre dispuesto a
obedecer lo que ella elija.
Es por eso que la relación entre la Madre–Uhane y el Hijo-Unihipili, debe ser
sanada para -de esta forma- sanar nuestra realidad.
Si la Madre se mantiene en calma y da órdenes precisas al niño, éste se
transformará en nuestro mejor aliado para identificar y poder entregar a través
de nuestra Supra Consciencia-Padre- Aumakua, todas las memorias negativas
para que sean transmutadas.
Todas las soluciones también las tenemos en nuestro subconsciente y las
conoce el niño, pero no las activará a no ser que reciba la orden expresa de
hacerlo, siempre dentro de la relación de amor y comunicación constante que
estableceremos entre la madre y el niño.
La calma es fundamental, mantenernos serenos y lúcidos para darnos cuenta
cuando entramos en etapas de crisis, generadas por la mala relación entre
nuestros estados de consciencia.
Quiero recordar una vez más que “a lo que me resisto, persiste y lo que acepto
se transmuta”.
Ya no me enredaré con mil memorias aflorando en mi realidad, sino que
respiraré, me calmaré y le daré la orientación precisa a mi Niño Interior para
entregar esas memorias enredadas.
Estaré atenta para darme cuenta que todo es reflejo de mis memorias por lo
tanto no me resistiré sino más bien las aceptaré como parte de mí , para luego
poder entregarlas para su transmutación.
Que tengamos paz, más allá de todo entendimiento.
Divino Creador, Padre, Madre, Hijo, los tres unidos como solo Uno. Te entrego todas mis memorias de temor, de duda y desasosiego.
Enséñame a creer, confiar y entregar.
¡Y así se ha hecho!
Lo siento, por favor perdóname
Te amo, Gracias
Ana Maria